sábado, 10 de mayo de 2014

Dedicatoria a las Madres


En este día dedicado a aquellas gorditas que tanto queremos, me gustaría mostrarles esta historia que leí hace mucho tiempo, en la que habla de Inés Ramírez una mamá que hizo todo lo que estaba en su poder para dar la vida a su próximo hijo.
La historia es verdadera.


Inés Ramírez es una mujer campesina que vive en una zona rural de México. Sólo habla idioma Zapoteco -lengua materna- (no habla idioma Español), y nunca recibió entrenamiento médico alguno. No obstante se practicó ella misma una cesárea de manera exitosa. Ambos, ella y su bebé sobrevivieron.
Ramírez se encontraba sola en su choza cercana a Río Talea, México, cuando la labor de parto comenzó, la matrona más cercana se hallaba a 80 km de distancia, a lo largo de un terreno irregular y lleno de caminos difíciles, su marido se encontraba bebiendo en una cantina. Río Talea tiene 500 habitantes y solamente cuenta con una línea telefónica, pero muy lejana.


A la medianoche del 5 de marzo del año 2000 después de 12 horas de continuo dolor y un pequeño avance en la labor, Inés se sentó en un banco y comenzó a beber una botella de alcohol para frotar, utilizó un cuchillo de cocina con el cual se practicó un corte para abrirse el abdomen. Ramírez cortó a través de su piel en una línea diagonal por encima del estómago hacia el ombligo (una típica Sección-C llega más abajo del ombligo). Después de operarse ella misma por espacio de una hora consiguió llegar al útero y extraer a su bebé.
Después cortó el cordón umbilical con unas tijeras, y cayó inconsciente al poco tiempo. Cuando recuperó el conocimiento, se envolvió el abdomen herido y le pidió a su hijo de 6 años de edad, Benito, que consiguiese auxilio. Horas más tarde, el médico de la aldea encontró a Inés yaciendo al lado de su bebé, despierta y consciente. El médico suturó la incisión de 17 cm de largo con una aguja e hilo disponibles. Finalmente fue llevada al hospital más cercano, en donde dos obstetras la examinaron a ella y a su bebé encontrándolos en perfectas condiciones, sin explicarse por qué.
Al narrar su experiencia en su lengua natal (Zapoteco) Ramírez, dijo:
"Ya no podía pararme el dolor, si mi bebé moría, entonces decidiría que yo tendría que morir también. Pero si el crecía, yo lo vería crecer, pensé que Dios salvaría ambas vidas"

Se cree que Ramírez es la única mujer en haber practicado una cesárea a sí misma, también se estima que fue enormemente afortunada en colocarse en la posición elegida ya que ello colocó su útero (en lugar de sus intestinos) por debajo del área de la incisión. También tuvo mucha suerte al ingerir solamente una dosis sub-letal de alcohol isopropílico. Dijo después que no aconsejaba hacer lo mismo a otras mujeres.

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